¿Un millón de vacunas es poco?
Haber logrado un millón de dosis en el primer mes del Plan Nacional de Vacunación es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, es tan solo eso: un pequeño paso.
Muchos celebraron con bombos y platillos el cumplimiento del primer hito del Plan Nacional de Vacunación: un millón de dosis en el primer mes de ejecución.Esto después de esfuerzos y trasnochos de muchas personas, incluyendo héroes silenciosos dedicados al servicio público. Si bien esta cifra es significativa y es esperable que siga aumentando, es también evidencia de lo lejos que estamos de lograr la anhelada inmunidad de rebaño.
Según información del portal ourworldindata, Colombia inició su proceso de vacunación contra la covid-19 el pasado 17 de febrero con 18 dosis inoculadas. En cuestión de unos pocos días llegamos a más de 12.000. Con algunos altibajos, estas cifras continuaron su crecimiento hasta acercarse a 120.000 dosis el 10 de marzo. Desde allí se ha presentado un descenso con tendencia a estabilizarse alrededor de 50.000 por día. En total, hemos logrado administrar poco más de 1.2 millones de dosis a una tasa diaria promedio de unas 37.000.
Lo anterior teniendo en cuenta que la cantidad de vacunas disponibles no ha sido la limitante en el proceso. Por el contrario, Colombia recibe los biológicos de las farmacéuticas a una velocidad mayor a la que se vacuna a su población. En otras palabras, la vacunación ocurre según la capacidad logística del país y sus regiones.
Dando una vuelta rápida por el mundo, sabemos que Argentina lleva un total de 3,2 millones de dosis para una tasa diaria promedio de poco más de 50.000 y un pico diario máximo de 195.000. Chile va rumbo a 9 millones a una tasa diaria de 130.000 y un pico de 430.000. Israel, referente mundial en este tema, se acerca a 10 millones de dosis, con un promedio de 105.000 al día y 230.000 como pico máximo.
Estos números muestran el monumental desafío que enfrentamos. Siendo optimistas y considerando la realidad antes descrita, podríamos suponer que el país alcance una tasa estable de unas 150.000 dosis diarias. Dada la necesidad de dos dosis para la mayor parte del plan de vacunación, sería necesario administrar unos 65 millones para lograr inmunidad de rebaño (e.d., vacunar al 70 % de la población).
Esto significa que nos faltarían unos 450 días para llegar a la meta. Es decir, en un escenario optimista, nos tardaríamos hasta finales del segundo trimestre de 2022 para alcanzar un contexto epidemiológico que nos permita volver a la normalidad. De aquí a que eso se cumpla seguiríamos enfrentando nuevos y repetidos picos de contagio con las consecuentes restricciones y su impacto económico.
Dado nuestro tamaño poblacional y las características de nuestra realidad social, simplemente no podemos aceptar la velocidad a la que avanza el plan de vacunación. En este momento, ni siquiera nos sirve movernos a las tasas de Chile o Alemania. Nos toca ser capaces de superar nuestras propias expectativas y lograr lo inimaginable. Debemos más bien parecernos a Inglaterra y algunos estados de la unión americana.
¿Cómo hacerlo? Para empezar, es perentoria la verdadera articulación entre los diferentes niveles de gobierno y su correcta armonización con las funciones de los organismos de control. A esto hay que sumar el rol del sector privado y las Entidades Promotoras de Salud (EPS), quienes deben estar en capacidad de adquirir y distribuir vacunas a su cuenta y riesgo. Nos toca sumar a todos. No tenemos alternativa.