Programa de becas Ser pilo paga: ¿oportunidad o inequidad?
El programa de becas Ser Pilo Paga (SPP), por medio del cual se otorgan becas para que personas de bajos ingresos puedan estudiar en las mejores universidades del país, sigue siendo objeto de críticas. El Observatorio de la Universidad Colombiana lamenta que los beneficiarios, haciendo uso de la libertad que tienen, estén optando mayoritariamente por instituciones privadas, dejando de lado la opción de las instituciones públicas. Se suman algunos miembros del Congreso de la República, quienes dudan que Ser Pilo Paga represente un buen uso de los recursos públicos.
Es cierto que nuestro sistema de formación terciaria tiene serios rezagos en cobertura y calidad. Para esto se invierte el 0.8% del Producto Interno Bruto, superando las cifras de Chile (0.7) y Perú (0.4), pero quedando por debajo del promedio de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE – 1.25%). La cobertura del sistema educativo apenas alcanza el 50%, ubicándose por debajo del desempeño de América Latina y lejos de lo observado en países OCDE. La suma de lo anterior demuestra que enfrentamos grandes inconvenientes en lo referente a eficiencia del gasto. Adicionalmente, de cerca de 300 instituciones de educación superior, menos de una sexta parte cuentan con acreditación institucional de alta calidad.
Este difícil contexto, los grandes esfuerzos que debemos hacer para cerrar las actuales brechas y la preponderancia que debe otorgarse a las instituciones públicas, no son razón para argumentar que Ser Pilo Paga deba desaparecer. Ser Pilo Paga no es la política pública de educación sino un programa específico de becas destinado a una población particular. Esto no es un esquema excluyente sino una estrategia de avance social y una práctica común en naciones desarrolladas. Todos merecemos oportunidades pero seríamos miopes si no podemos reconocer que el talento debe ser apoyado de forma especial. De otra manera no sería posible tener un proceso competitivo para ingresar a la Universidad Nacional (UNAL) o para ser parte de la selección de fútbol.
Ser Pilo Paga ha beneficiado con becas a cerca de 23,000 estudiantes de los 32 departamentos del país (75% de origen distinto a Antioquia y Bogotá) y a la fecha muestra una deserción 150 veces más pequeña que el promedio en la formación terciaria. Adicionalmente, el programa reconoce a las instituciones públicas el costo real de prestación del servicio. Esto significa, por ejemplo, que la UNAL (sede Bogotá) recibe nueve millones de pesos por cada estudiante de Ser Pilo Paga, en contraste con los 350 mil pesos que corresponden al valor medio de su matrícula. Similares diferencias (de más de 20 veces) se observan en las universidades de Valle y Antioquia, entre otras, lo que constituye un importante incentivo para que instituciones públicas se beneficien del esquema en mención. Todo esto mientras el gasto anual de Ser Pilo Paga corresponde a menos del 5% de los aportes del Estado a las universidades públicas y a menos del 1% del presupuesto oficial dedicado al sector educación.
Según el trabajo realizado por el Profesor Roberto Zarama y su estudiante doctoral Juan F. Penagos, la Tasa Interna de Retorno (TIR) para dineros destinados a financiar educación superior es cercana al 25%, lo que es el triple de la rentabilidad de los bonos de deuda pública. Incluso, la TIR para el caso de universidades acreditadas es 10 puntos más alta que la relacionada con instituciones de estándares inferiores, en donde los graduandos de las segundas tardan una década en igualar los salarios de salida de los graduandos de las primeras.
Es cierto que aún hay camino por recorrer en el diseño e implementación de políticas educativas integrales pero mientras eso ocurre no podemos seguir siendo testigos de cómo se desperdician las mentes jóvenes más brillantes. Cada estudiante de Ser Pilo Paga es motivo de esperanza e instrumento de un mejor futuro para todos.
Publicado en El Tiempo.com