Santa Marta: muchos votos con escasez de agua
El Centro de Investigaciones en Acueductos y Alcantarillados (Ciacua), de la Universidad de los Andes, en cabeza de su director, el profesor Juan G. Saldarriaga, realizó un proyecto para la Financiera del Desarrollo Territorial (Findeter) que estudió el problema de disponibilidad y escasez de agua potable en Santa Marta y diseñó una solución integral y a largo plazo para el mismo.
El diagnóstico es simultáneamente simple y aterrador. En la actualidad la cantidad de agua disponible para una de las ciudades más antiguas del continente americano es inferior a un metro cúbico por segundo, lo que es menos del 50 por ciento de la demanda actual de sus pobladores y visitantes. Esta realidad ha empeorado en el tiempo y es consecuencia de lustros de desidia administrativa, corrupción, falta de planeación, y de gerencia pública y preponderancia de intereses particulares en la prestación de los servicios públicos.
La solución es sencilla de ilustrar: los samarios necesitan una fuente alterna a los acuíferos y corrientes superficiales de la zona circundante. Dicha fuente es el río Magdalena, ubicado a menos de 60 kilómetros en línea recta y que a la altura de su desembocadura al mar Caribe, en la ciudad de Barranquilla, lleva más de 2.000 metros cúbicos por segundo en temporadas de estiaje. Enfoques similares se han llevado a la práctica en otros lugares del mundo para distancias superiores y condiciones topográficas más complejas.
Esta ruta diseñada por la universidad implica inversiones que se pueden estimar en varios billones de pesos para la construcción de estaciones de bombeo, líneas de conducción y distribución, plantas de potabilización y una tubería submarina de poco más de 40 kilómetros de extensión. La licitación para la primera etapa de estas obras se abrió en diciembre pasado y concibe como plan a mediano plazo el abastecimiento a partir de los ríos Toribio y Córdoba hasta el 2019, momento en el que entraría la operación desde el río Magdalena. Este arreglo resolverá la crisis de escasez de agua que data de varias décadas y potenciará el desarrollo económico y social de Santa Marta y su zona metropolitana.
Lo anterior debería ser motivo de satisfacción para todos los interesados, pues por primera vez en mucho tiempo se cuenta con un diagnóstico riguroso, una solución técnica seria e independiente y la voluntad política del Gobierno central, que asegura los recursos económicos que se requieren para pasar de las palabras a los hechos. Sin embargo, en el contexto de la actual campaña para elección de gobernantes locales, algunos sectores políticos están sacando a relucir sus peores tradiciones.
En lugar de cohesionarse alrededor de la propuesta antes descrita, algunos candidatos se han dedicado a torpedearla, convirtiendo lo que podría ser un propósito de ciudad en un asunto electorero. Semejante irresponsabilidad, que demuestra su poco interés y solidaridad por la difícil situación de quienes pretenden gobernar, lo único que logra es poner en aprietos el proyecto y perpetuar las condiciones que los tienen sin el preciado líquido. Esto, por razones que no son claras y que estarían motivadas por el control que el Gobierno Nacional tendrá sobre la contratación de las millonarias obras, haciendo difícil que poderes locales tengan influencia sobre ellas.
Hacemos un llamado desde la academia para que los líderes de la política samaria les pongan fin a décadas de egoísmo y le permitan a la Perla de América aprovechar la inédita coyuntura en donde se está más cerca que nunca de lograr una solución a la escasez de agua potable. Ojalá entiendan que una Santa Marta sin agua es su peor legado, mientras que lo contrario puede ser el mejor y más efectivo propósito común de la sociedad a la que pertenecen.
Publicado en El Tiempo.com