La respuesta sigue siendo la educación
En tiempos de crisis e incertidumbre, la solución puede estar en una receta conocida: más oportunidades de mejor educación para nuestros jóvenes. Columna de Eduardo Behrentz Valencia.
Una persona que haya tenido acceso a educación universitaria (de calidad) logra ingresos durante su vida económica que duplican aquellos percibidos por quien no tuvo las mismas oportunidades de desarrollo intelectual y de elevación del espíritu.
Esta estadística de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) me hace recordar un discurso de bienvenida a estudiantes que escuché hace tiempo en la Universidad de los Andes. En tal presentación, el profesor a cargo sugirió a su audiencia una provocadora reflexión asociada con la capacidad de movilidad social que tiene la educación superior.
Señores padres de familia, empezó diciendo el protagonista de esta historia, hagamos el siguiente experimento mental: Supongamos que tienen dos hijos. Al primero, en lugar de pagarle la Universidad, le compran un bus o un local comercial con dicho dinero. Al segundo le pagan su carrera en nuestra Facultad de Ingeniería. Y nos vemos en 20 años. ¿A cuál de los dos le irá mejor?
Es claro que esta reflexión tiene matices y excepciones, pero pensando en la mayoría de la población, no hay duda de que la educación (si es de calidad) es la mejor apuesta para el individuo y la inversión con mayor retorno social.
Sobre esto hay evidencia tan amplia como contundente. El mismo Steve Jobs, fundador de Apple y quien no terminó sus estudios, fue un acérrimo defensor de la educación como el principal instrumento para lograr igualdad de oportunidades.
Este conocimiento resulta útil en un momento complejo como el que atraviesa nuestro país. Estando lejos de superar la pandemia y viviendo ya las nuevas complicaciones económicas que se derivan de los bloqueos y la violencia en las calles, supongo que somos muchos quienes estamos buscando proponer soluciones para salir adelante y seguir soñando y construyendo un mejor futuro.
Educación para nuestros jóvenes
Empecemos entonces por recordar lo que ya sabemos y sobre lo que hay poco debate: necesitamos más educación y de mejor calidad. ¡En serio! ¿Por qué no empezar por allí? ¿Por qué no imitar la buena práctica que ha sido exitosa en tantos lugares del mundo? Nuestra principal estrategia de desarrollo es apostar por el talento propio.
¿Qué tal si el debate es sobre cómo lograr esto? ¿Qué tal si a esto dedicamos nuestras energías y las largas horas de conversación en redes sociales? Ciertamente es un camino difícil de recorrer que incluye, entre muchos otros, la dignificación de la labor docente, el mejoramiento de los niveles básicos y medios, la financiación de una oferta de calidad y la relación entre diseño curricular y competencias valoradas por el mercado laboral.
No es coincidencia que muchos indicadores sociales y económicos estén correlacionados con los niveles de acceso y calidad de los sistemas educativos. La educación nos empodera y nos convierte en ciudadanos más exigentes con los gobernantes y más asertivos al votar.
Nos hace menos propensos al engaño y manipulación de los agitadores profesionales. Seremos también más tolerantes y menos violentos. Desarrollaremos nuevas habilidades para ser mejores personas.
Ojalá esta fuera la meta y el principal logro de las movilizaciones y protestas: construir el plan para que todo joven colombiano tenga acceso a educación superior de calidad. No será fácil, pero pocas cosas tendrían mayor impacto en nuestro anhelo de convertirnos en una sociedad desarrollada y pacífica.