Aumento de la inseguridad en Colombia ¡No es normal que nos roben!
En Colombia se reportan 800 robos al día, según cifras de la Policía Nacional. No obstante, la problemática podría ser más grande, pues con respecto al año pasado el incremento fue del 18 %. Este delito es, de lejos, el de mayor impacto social.
Con este aumento, los colombianos también se han llenado de valor en denunciar, pero la respuesta de los gobiernos ha sido incrementar las condenas carcelarias, que no reflejan una reducción, sino más bien impunidad. Una estrategia que se viene usando desde 1890, cuando se empezó a judicializar este delito.
En alguna ocasión, yo también fui parte de esas cifras. Fui presa de quienes llegaron a intimidarme para llevarse mis pertenencias, así como también fui testigo de cómo robaron a alguien más y adicionalmente he sido confidente de uno que otro amigo o familiar que ha llegado a contarme, aún con las emociones a flor de piel, la forma en la que fueron víctimas de algún robo.
En la mayoría de las historias, dos o más personas son quienes realizan el acto delincuencial (parece que hasta los ladrones les da miedo andar solos en este país), huyen luego de agredir a la víctima y, posteriormente, luego de hacer el respectivo reporte, acuden a la escena de los hechos los agentes de policía a los cuales les informaron lo sucedido. Los agentes realizan el protocolo de rigor y en caso de encontrar a los culpables del delito los capturan y trasladan hasta el punto de reclusión más cercano, a la espera de la denuncia que permite iniciar el proceso correspondiente. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones los bandidos no son capturados y el caso queda impune, permitiendo que los malhechores continúen haciendo de las suyas.
Pese a ello, ante este escenario uno termina agradeciendo que lo que vivió, vio y escuchó no pasó a otra instancia y en medio del miedo y el desánimo por lo ocurrido siente alivio de continuar con vida. No obstante, y corríjame por favor si me equivoco, como ciudadanos no deberíamos tener esa sensación, ya que al hacerlo y aceptarla estamos dando a entender para nosotros y la sociedad que lo que acabamos de presenciar es algo casi que normal en nuestra cotidianidad.
¡NO! No es normal que nos roben ni tampoco que tengamos que estar escuchando que en ciertos sectores debemos estar más precavidos para que no se lleven las cosas que con tanto esfuerzo y de forma honesta hemos conseguido; y más cuando dentro de la Constitución Política Nacional, dentro del Título I, Artículo II, asegura que es deber de las autoridades de la República: “proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades…”.
Partiendo de ello, y sabiendo que esta problemática vas más allá de la justicia y la seguridad pues también abarca temas sociales, educativos y políticos, considero que es necesario que nuevamente nos sentemos como país a evaluar de qué forma podemos darle solución a largo plazo a esta problemática que nos ha acompañado durante tantos años. Hagamos una lluvia de ideas para sentarnos a dialogar con quienes nos dirigen, planteemos hacerles un seguimiento a los antecedentes de los ciudadanos y que no solo se queden un archivo, analicemos el contexto en el que viven las personas que cometen estos actos para ver cómo podemos contribuir y evitar que lleguen a estos extremos, en caso de ser capturados.
Preguntémonos ¿Qué se necesita o hace falta para manejar la población carcelaria que puede llegar a incrementarse? ¿Qué le puede hacer falta en las entidades nacionales para que en común acuerdo aborden este tema desde un marco general y particular y presenten resultados eficaces? Lo invito a que como ciudadano colombiano que ha pasado por alguna de las situaciones que describí, proyecte y transmita su idea, pues cualquier aporte bien justificado puede generar un cambio. Pero por favor, tratemos de no seguir con la misma historia, erradiquemos de nuestro territorio a la impunidad.